Terminó la primera temporada del revival de #SexAndTheCity con muchas sorpresas y cambios para el grupo de amigas que nos abrieron nuevamente la puerta de sus vidas y sus corazones en 10 episodios bastante intensos.
Cuando empecé la serie esperaba cambios, obviamente, las chicas ya son señoras, Samantha ya no estaba, los chicos crecieron y la definición del sexo cambió por completo en estos últimos años, pero no me veía venir muchas cosas que me dejaron sin voz y con la boca abierta más de una vez.
Aún hay cosas que me molestan, cosas que quizás no esperaba que fueran tan voraces o chocantes, lo de Big, lo de la hija de Charlotte, lo de Miranda...
Son muchos cambios a la velocidad de la luz, que quizás no están justificados por el paso del tiempo sino mas por la sensibilidad de la sociedad a verse mas abierta y abrazadora con los cambios de las comunidades y sobretodo con las decisiones personales en referencia a la sexualidad y la identidad de cada persona.
Creo que todos estos cambios fueron en parte necesarios para asentar un presente al que muchos aún no se adecuaron, al que muchos aún encuentran chocante o inaceptable, pero que ya va siendo hora de aflojar y dejar de empujar este avance profundo y poderoso que viene a traer una sociedad nueva, mas abierta y mas compleja, si, pero que a la larga permitirá a cada uno verse, sentirse y presentarse ante sus pares por lo que siente más que por lo que dice un papel legal que es.
Terminar de aceptar esta vorágine de cambios y reconectar con las protagonistas es el fin de esta serie que volvió un día asi como asi...
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